Uno
Sentido y Sensualidad
(domingo)
…Adormilados…
Sol de junio, matutino, indiscreto
filtrándose entre las lamas
de una persiana que sigue cerrada.
Las once pasadas,
se adueña de minutos ajenos.
Pronto serán las doce.
Cerrada al mundo, sólo existe uno,
el que queda tras de sí,
una habitación de tonalidades verdes,
azuladas.
Da igual, hoy por fin, las horas de la esfera,
no cuentan, no mandan, no marcan prisas,
urgencias de otros días.
Tan sólo nos recuerda su presencia,
un leve rumor de engranajes,
un tic, tac, toc, fundiéndose acompasado
con el latir del corazón.
…Despertamos…
Y tomamos un café en la cocina,
fumamos un cigarro,
tomamos más café,
más cigarros,
y desapareces perezosa,
entre aroma de café
y bruma de tabaco…
¿…Jugamos…?
Sin estar perdida, te busco en cada estancia,
con la confidencia disimulada,
pactada por sentidos, por miradas,
mientras apurabas el último cigarrillo.
Consciente, inocente,
como niño juguetón,
busco en el último rincón.
La habitación, que sigue verde,
que sigue azulada. Con la persiana
cerrada.
Y Tú, disimulada,
tendida en el colchón,
sin el pijama de la mañana
cuando aún desayunabas,
…Leemos…
Encuadernada,
con livianas tapas de raso,
insinuando páginas de un libro sin terminar.
Mañana de domingo,
de café sin prisas, de juegos al escondite,
a contraluces.
Sentidos de la piel sobre sábanas
desordenadas, grabados en un libro
que se abre como flor que espera mariposas,
sedientas de néctar, de vida.
de sentidos de la piel.
…Palabras…
...Dermis…
En la habitación verde, azulada,
cerrada…
Entre mis manos te abres
dejando al descubierto páginas,
por donde deslizo mis dedos,
acariciando tu sedosa celulosa.
Entre líneas, suspiras, parando en cada coma,
lamiendo cada punto… mientras tu haces,
me deshaces, y busco puntos suspensivos
que enlazan con otras maneras, las que nos da la pausa
necesaria… para no morir -aún no- con prisas
en un deseo rítmico que acelera, subidas,
bajadas…
escaleras que conducen a reinos.
Suspiros.... pausas…
Cielo... Infierno…
…onomatopeyas, entre tus labios,
entre los míos. Giro páginas
y puedo hasta escribir, entre ellas,
con tu lápiz rosa, de sedosa punta.
Con movimientos autómatas
se desliza, con vida propia,
buscando el final de la página,
henchida por la humedad de los cuerpos,
exhalando tibias tintas traslúcidas.
Garabateo con él
palabras
que no se pueden repetir.
Domingo de mañana,
Domingo de lectura
recostada en la almohada,
con tapas nacaradas.
como el libro que quedo sobre las sábanas,
en medio del colchón, la noche anterior,
en nuestro mundo, sin más reglas
que las escritas en el libro del placer.
Los sentidos en la piel.